domingo, 30 de noviembre de 2008

Modifiquemos los cuentos para chicos!

Ni bien estamos en condiciones de entender un relato básico, desde muy chicos, nos cuentan historias, cuentos, relatos o leyendas. Algunos por ser tan inciertos cuentan con algo parecido a un “ vencimiento de credibilidad” que estará supeditado a cuan cuestionador sea quien lo escucha, o a que tenga un primo mayor que goce destruyendo ilusiones.
La lista de estos relatos no es corta, la encabeza un viejo gordo con ideas socialistas que reparte regalos bajo la condición de que los beneficiados “hayan sido buenos chicos”… es necesario sospechar que una persona de mas de ochenta años y con desordenes alimenticios, tenga una copia de cada llave que existe en el mundo y que pueda estar en mas de un lugar a la vez sin tener ni siquiera la mas remota idea sobre clonación.
Podemos seguir esta sospechosa lista con ratones que incluyen dientes y muelas en su sistema financiero, o con hombres misteriosos denominados “hombre de la bolsa” de quienes no tenemos información alguna, solo que son acreedores de una bolsa… parece ser que en nuestra infancia, o mejor dicho, en nuestra imaginación de niños, toda persona que posea una bolsa, puede ser clasificado como un villano peligroso.
Si nos detenemos diez segundos para pensar, no es fácil refutar todas estas historias, pero hay otro tipo de relatos que pertenecen a la literatura infantil cuya crueldad no se encuentra en su trama, sino en la ausencia de un prologo que advierta que los hechos que se leerán a continuación pueden no pasar en la vida real, al igual que las historias de papá Noel y sus secuaces. Esos cuentos son dignos de sospecha.
Todos escuchamos alguna vez sobre la princesa que vive encerrada en una torre esperando ser rescatada por un príncipe azul, pero nadie incluyó en ese cuento, que la princesa podría estar encerrada por ser inestable psicológicamente y no querer bajar, o que justo ese día que el príncipe llegaría, ella estaría indispuesta y preferir el ostracismo por tres días más.
Recuerdo historias de viejos capitanes que surcaban en océano en busca de grandes monstruos marinos, pero a ninguno se le interpuso un barco con doscientos integrantes de Green Peace mostrando carteles con frases como “salvemos a los calamares gigantes”.
No podemos olvidarnos de las frases como “vivieron felices y comieron perdices”, ¿acaso los vegetarianos no podrían ser felices en este mundo de fantasías?
¿Podríamos ser felices y comer una paella o un plato de pastas?
¿Será posible mandarle un mail a la princesa que habita la torre titulado “si queres que nos veamos baja, y sino, avisame por que a tres cuadras hay un complejo de torres con vista al río donde debe haber por lo menos cien minas mas”?
No seria mejor para los chicos contarles una historia donde los protagonistas se van de viaje a una playa paradisíaca… y se intoxican con los langostinos del “all inclusive”? También seria interesante incluir en estas modificaciones conceptuales a personajes con más marketing, como Batman. Donde al hombre murciélago le aumentan la tasa de interés del préstamo hipotecario, le embargan la Bati-Cueva y termina combatiendo al guasón desde el Bati-Altillo en la Bati-casa de sus Bati-padres, estacionando en Bati-Móvil en la calle con un traba-volantes.

Quizás bajando los cuentos infantiles a la realidad podemos anticiparnos a los desenlaces y llevar a cabo una campaña anti desilusiones, donde los chicos no armen castillitos de arena en la playa por que son concientes que a la larga va a llegar una ola y se los va a derrumbar…

… Pensándolo un poco mejor… dejemos los cuentos infantiles como fueron hasta ahora…

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